La dismorfofobia es un trastorno que sufren aquellas personas con una preocupación excesiva por el aspecto físico para corregir defectos leves o inexistentes. Este trastorno, que supone la percepción alterada de la imagen corporal, interfiere incluso con la vida diaria, al disminuir notablemente la autoestima.
Responde a los altos estándares que la sociedad ha impuesto sobre lo que es la belleza y es cuando va más allá de la vanidad, cuando se convierte en una obsesión desmedida. Es una búsqueda por ser aceptado por la sociedad, y por tener un «cuerpo perfecto».
En general, este tipo de pacientes ve en la cirugía estética un arma para alcanzar la perfección física. Las personas que padecen dismorfofobia están obsesionadas por la fealdad y son buscadoras constantes de los cambios estéticos.
La dismorfofobia es padecida por personas inseguras de sí mismas, acomplejadas por alteraciones mínimas o inexistentes. En general, este trastorno es más frecuente en adolescentes de ambos sexos, aunque puede persistir la patología en la edad adulta.
Ante un caso de dismorfofobia, hay que hacer desistir al paciente de cualquier tipo de tratamiento quirúrgico. Existen casos en los que el tratamiento psicológico, acompañado de la corrección estética de ese mínimo ‘defecto físico’ puede obtener excelentes resultados.