La liposucción es, por un lado, la operación de cirugía estética más demandada por los españoles, con una media de 20.000 intervenciones al año, según cifras estadísticas de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).
Se sitúa así por encima de las operaciones de aumento de mamas, unas 18.500 al año, y las blefaroplastias o intervenciones de cirugía de los párpados, unas 7.200/año.
Por tipologías, la liposucción abdominal es la más frecuente, con una quinta parte (20,3%) de las realizadas en nuestro país, seguida de la liposucción de flancos (14,8%), la de muslos (11,6%), la de trocánteres (las prominencias en la cabeza del fémur, con un 11,2%) y el resto (de rodillas, circunferencial, torácica, de piernas, cervical, etc.), con porcentajes inferiores al 10%. Por sexos, las intervenciones de liposucción se reparten entre un 84,6% de mujeres y un 15,4% de hombres.
La liposucción está indicada para reducciones de grasa, ya que permite extraer el tejido adiposo o graso en la cantidad requerida. La liposucción no destruye los adipocitos (las células de grasa), sino que los succiona sin eliminarlos durante una intervención quirúrgica, ayudada de anestesia local y suero.
Existen otras técnicas que se han ido desarrollando en estas tres décadas y media, como los ultrasonidos, la radiofrecuencia, la cavitación, la criolipolisis o el láser, pero sólo permiten reducciones pequeñas de tejido adiposo. Ello se debe a que son técnicas no invasivas, es decir, sin intervención quirúrgica, con lo que destruyen los adipocitos pero no los extraen.
En este sentido, al no destruir las células de grasa, la liposucción también permite su posterior reutilización en otras zonas del cuerpo. El aprovechamiento de la propia grasa es una tendencia creciente en Cirugía Estética, ya que, desde el punto de vista del médico, allá donde la inyecta obtiene resultados también permanentes. Actualmente, la grasa extraída de una liposucción se emplea, sobre todo, para aumentos discretos de las mamas, aumentos de glúteos y rellenos de arrugas o líneas de expresión.
Ahora bien, no todas las personas son candidatas a una liposucción. Es el caso de las personas obesas, cuyos acúmulos grasos son tan grandes que no pueden extraerse ni destruirse sin consecuencias para los pacientes, a los que debe prescribirse una dieta equilibrada y, llegado el caso, una gastroplastia o un balón intragástrico. Para el resto, las reducciones de grasa están indicadas en aquellas zonas en las que los acúmulos suelen mostrarse rebeldes a las dietas o el ejercicio físico, como el abdomen, la papada e incluso las mamas en los hombres o las caderas, los glúteos, los muslos y las pantorrillas en las mujeres.