Las varices afectan al 20-30% de la población adulta y aumenta con el envejecimiento. A partir de los 50 años casi la mitad de la población tiene algún tipo de insuficiencia venosa.
Éstas se producen por un retorno inadecuado de la sangre lo que provoca una deformidad y endurecimiento en las venas dando como resultado un aspecto de envejecimiento, antiestético y continua sensación de cansancio en las piernas pudiendo dar lugar a complicaciones.
Existen diversos tratamientos para la eliminación de varices como la escleroterapia o la cirugía vascular, según el grado de insuficiencia venosa el médico especialista recomendará la aplicación de uno u otro. Las varices de mayor tamaño deben ser extirpadas mediante cirugía.
Paso 1. Estudio venoso
En primer lugar se debe realizar un estudio del sistema venoso a través de una ecografía (eco-doppler) para saber así los puntos sobre los que se debe actuar.
En caso de venas que puedan acarrear complicaciones como alteraciones tróficas de la piel, ulceras varicosas, edemas, tromboflebitis… se optará por una cirugía, siempre y cuando no existen contraindicaciones.
Paso 2. Cirugía de varices
La cirugía de varices es poco invasiva y consiste en la extracción de la vena varicosa visible o el trayecto varicoso a través de una pequeña incisión en la ingle. El cirujano introducirá un cable plástico flexible y delgado hasta la vena a tratar a través de la ingle y que guiará a través de ella hacia el otro corte más bajo.
Este cable se ata y se tira de él hacia fuera a través del corte inferior, de esta forma se extrae la vena varicosa con las mínimas marcas quirúrgicas. Este procedimiento suele durar entre una hora y una hora y media.
La intervención se realiza bajo anestesia local, sedando el trayecto de la vena a tratar. Con la cirugía de varices se pone fin a la eliminación definitiva de los trayectos venosos con efectos varicosos de las piernas, volviendo así a lucir una piel firme y lisa.
Paso 3. Postoperatorio
Al finalizar la intervención la paciente debe permanecer hospitalizada durante una noche y utilizar medias de compresión durante el periodo estipulado por el médico.
Es importante que la paciente, durante las próximas 24-48 horas, permanezca el máximo tiempo posible con las piernas elevadas y evite permanecer de pie durante largos periodos.
El postoperatorio no es doloroso aunque pueden aparecer hematomas que desaparecerán a lo largo de los días.
Para conseguir el mejor resultado de la intervención es necesario cumplir con las recomendaciones que realicen los cirujanos vasculares.