La piel de los hombres se caracteriza por tener mayor número de glándulas sebáceas y mucho más activas que las de las mujeres, lo que provoca que se genere el doble de sebo. Esto produce numerosos brillos en el rostro y fomenta la propagación de bacterias.
Tanto hombres como mujeres deben usar productos adaptados a su tipo de piel, ya que su formulación es completamente diferente. Por ejemplo, las cremas hidratantes dirigidas a las mujeres son más grasas que las de los hombres. Además, muchas de las cremas femeninas contienen brillo nacarado para aportar.