La genética es responsable del envejecimiento de la piel en sólo un 25%. El resto corresponde a factores externos como el tabaco, el sol y la mala alimentación.
Estudios demuestran que los malos hábitos dibujan un rostro al menos cinco años más envejecido en hombres y en mujeres. Al contrario de lo que se piensa, la genética no es la única ni la mayor responsable de los signos de envejecimiento reflejados en la piel. Su contribución es de un 25%, mientras que otros factores externos, que de alguna manera se pueden controlar, influyen en el 75% restante.
El tabaco, por ejemplo, es el factor externo que más perjudica la piel. Según los estudios realizados hasta el momento, las mujeres fumadoras tienen un riesgo casi tres veces mayor de presentar arrugas que aquellas que no fuman. Además, las investigaciones muestran que los efectos del tabaco en la piel les afectan más a ellas que a ellos. Esto se debe a un factor hormonal. Los andrógenos (hormonas sexuales masculinas) no tienen tanta interacción con el tabaco como los estrógenos (las femeninas), cuya ausencia afecta a la dermis.