La piel en general y en particular la de la cara, el cuello y las manos está expuesta a este proceso A pesar de que hacia los 20 años veamos una piel bronceada como sana y bella ya está empezando sufrir de forma y irreversible por la acción del sol y sus rayos ultravioletas.
Nuestro mayor enemigo y quien más afecta el proceso de envejecimiento, acelerándolo de forma muy notoria, es la exposición al sol. Además, el estímulo de las radiaciones sobre los melanocitos, que es el que da el tono bronceado a la piel, hace que este te pigmento se acumule en forma desordenada, formando finalmente las manchas o zonas hiperigmentadas.
El envejecimiento natural produce arrugas finas pero la piel a pesar de ello continúa siendo suave y lisa, mientras que en el deterioro ocasionado por el bronceado, las arrugas se hacen más marcadas y profundas y se intensifica la flacidez cutánea.